Jonathan E. Endara Gutierrez

domingo, 16 de enero de 2011

YO NO ME RÍO DE LA MUERTE.


Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar o en los montes.

Luego supiste que la vida
es soledad entre los hombres
y soledad entre los valles.

Que los dias que circulaban
en tu pecho sólo eran muestras
de dolor entre tu llanto. Pobre amigo.
No sabías nada ni llorabas nada.

Yo nunca me río de la muerte.
Simplemente sucede
que no tengo miedo
de morir entre pájaros y árboles.

Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida.

A veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra.

Ya lo dije,
nunca suelo reir de la muerte,
pero sí conozco su blanco rostro,
su tétrica vestimenta.

Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su blanca casa,
conozco su blanca vestimenta,
conozco su humedad y su silencio.

Claro está,
la muerte no me ha visitado todavía
y ustedes preguntarán:
Qué conoces? No conozco nada.

Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar ella
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.

La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré
solitario y solitario.

Javier Heraud (El viaje)

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