Jonathan E. Endara Gutierrez

jueves, 27 de enero de 2011

La ultima tentación




De:

Jonathan Edwards Endara Gutiérrez.

Ave azul, la dulce melodía de tu alma traspasó la frontera de mi profundo sueño, enclaustrado esta mi corazón en tus blandas manos de mujer. Tus ojos moldean la razón de mi existencia y la integra reflexión de los pensamientos ¿Dejaras que este ser muera por tu amor?

Dulces palabras afloran su alma, sus labios rojos se paralizan, se traban en su garganta las voces que no brotan al aire, sus castaños ojos se humedecen por las dulces lagrimas de amor…Sonó la vocecilla del silencio eterno con un beso, una respuesta unánime y callada del amor.

Mi Juana, mi dulce enfermera que sana y corrige mis tristes e iracundos días de soledad, susurre cuando entre mis brazos la tuve, un suspiro mío una sonrisa le causo, your heart is mine, dijo en su acento inglés, sus ojos de ternura, lucecita, tus castaños ojos de ternura discurre mi mundo mágico y al ver tus pupilas juguetonas, veo, veo el viento que mece con delicadeza las nuevas ramas de la vida.

Miguel Knudsen, aquella tarde, bajo la pálida luz de los primeros faros del parque Schutz, abandonabas tu vieja vida, de un ser extraño, misterioso y raro a una persona formal, monótona, sensible y enamorada, fue el gran cambio de tu vida, en fin, así lo sentías y así debía ser.

El mundo subjetivo que ambos conocían, se sumergía en su verde espesura y con ella la oscuridad nocturna llegaba, se adornaba la ciudad de luces eléctricas, letreros luminosos y tiendas comerciales con publicidades detalladas, mientras que en los brazos de Knudsen, soñaba alegre entre susurros de un “te amo” Luz Juana y bailaba el romance acicalando las miradas sencillas de la pareja de novios.

De la mano, caminando por las calles de una bella Arequipa, dialogando, confesando su amor uno al otro, estuvieron en medio de la masa de personas que marchaban con rumbo desconocido y el viento nocturno cantaba en los labios del amor; sin duda alguna se dirigían al hogar de Lucecita juntos, unidos por extensos lazos de cariño y la vista con que cada uno miraba al otro se llenaba de una magia geométrica en el que se observa los pequeños detalles del amor que enamoraban aún más. Frente a la puerta de aquella casa, con un beso apasionado y romántico se despedían, una vez que Luz Juana entró a su domicilio, Miguel Knudsen se disponía volver a su consultorio Jurídico, una larga noche de trabajo lo esperaba, trató de concentrarse en aquellos documentos que la empresa requería, sin embargo; recordaba por instantes la causa que provoco esa felicidad de su alma.

Al día siguiente después de un arduo y cansado trabajo, Miguel Knudsen, necesitaba una gota de cariño de su amada, al igual que Luz Juana perdía su cabeza, hasta su alma si fuera posible por el amor, sin medida, que su novio le brindaba. Fueron a cenar juntos y juntos debían de seguir su destino, ambos se conocían y disfrutaban del suave aroma que emanaba de la noche.

Con un intrínseco beso, fueron a la magia inolvidable de lo celestial, el pequeño parque donde los albores de la razón se ocultaban y nacía la luna de las emociones, se convertía en un paraíso, sin tiempos ni preocupaciones, vivían en un subjetivo mundo que ambos inventaban en su lecho de amor.

¡Oh! Miguel, era inevitable esa sonrisa que mostrabas al mundo, la dicha había tocado tu sensible alma y contener la alegría no pudiste, sabias que el onomástico de tu amada se acercaba, preparaste una sorpresa para la ocasión, un día antes estuviste contento…Simplemente ilusionado, llegaste cansado a casa y un profundo sueño te abrigo en la noche fría.

Al siguiente día, tuviste que ir a su hogar, con su familia, alrededor de una mesa compartían momentos profundos, llegada la tarde, después del almuerzo familiar, con gran pena; Miguel se retiro de aquella casa.

Sonaban las trompetas de la serenata en una gélida noche, un par de canciones no basto para engreírla por su onomástico, se fueron a festejar en una refinada discoteca, donde sus amigos la esperaban, allí bailaron y bebieron casi toda la noche, en medio de la lluvia, Miguel Knudsen y Luz Juana se fueron por media calle, empapándose, Miguel la condujo a un lujoso hotel, entraron, Luz vio la cama cubierta de rojos pétalos, un vino sobre una mesa colonial con tres velas en medio, fue un ambiente que ella no pudo imaginar ni menos describirla, se emociono lo bastante fuerte como para soltar una lagrima de alegría, en ese instante se entregaba a los brazos de Miguel Knudsen, confesando su virginidad y con una palabra y con un te amo, poco a poco con su lascivia mano fue desvistiéndola, sus humeros labios pasaban por la ansiosa piel de Juana, ambos se sumergían en su orgasmo, ella toda nerviosa y tímida lo disfrutaba, el feliz de convertirla en mujer.

Autor: Jonathan Edwards Endara Gutierrez.

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