Jonathan E. Endara Gutierrez

viernes, 27 de agosto de 2010

Lucha contra el cancer











La magia de la solidaridad.Añadir vídeo

http://www.youtube.com/watch?v=6Hxi67GdMrw


Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos y lectores.

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un0 beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan."

Garcia Marquez, Gabriel.

viernes, 6 de agosto de 2010

Alma.


Aquella noche andaba un caballero montado en su caballo elegante, cabalgando hacia lo oscuro, su capa reflejaba la luz de la luna y en su espada iluminaba la fosforescencia de la amargura, no se adonde se dirigía, su mirar misteriosa pareciese no decir nada, sus pasos ligeros que daba el caballo eran inauditos ante lo natural, hasta que fue a dar a una plazoleta vacía donde solo había un banquillo viejo y desgastado por el tiempo donde reposo, no sé en qué pensaba, no podía ver bien el rostro de aquel caballero errante, hasta que de un grito dijo: " Recuerdos sin amor" de repente del cielo bajaron seres que no tenía nada que ver con su exclamación; uno de ellos hablaba con él, pero aquel jinete parece que se aburriera de sus palabras, así que monto al animal y se fue lejos muy lejos en plena soledad, nadie savia lo que deseaba, la luna se ocultaba y yo me di cuenta de que aquel hombre andaba buscando algo con desesperación ¿qué sería lo que el quería?. Nadie lo sabe, siguiendo su camino miraba con curiosidad los senderos de la vida hasta que otra vez se detuvo en un colegio, cerró sus ojos e igualmente bajaron personas sobrenaturales del cielo, poco a poco fui comprendiendo que eran sus recuerdos que se proyectaban en el lugar del hecho; pero ¿qué misterio ocultaba aquel hombre? ¿Que buscaba entre sus recuerdos?
La noche se alargaba mientras el botaba lagrimas de fuego, cuando vi su rostro, estaba llena de cicatrices de guerra contra los problemas, su mirar quizás se alegraba de vivir como humano, los sufrimientos que atravesaron sus rostro, la espada que atravesó el cuerpo de sus oponentes
Paso horas o tal vez minutos cuando llego a un pueblo cuyo nombre es Antauta, pasaba y traspasaba sus calles frías, los perros aullaban en su presencia, no podía creer lo que él hacia; traspasaba las casas, los cementerios, hospitales y hasta los cerros de aquel lugar, no encontraba lo que él buscaba, fue una noche llena de tormentos tanto en el clima como en su corazón, todo aquel humano que tendría la mala suerte de verlo, de un susto se volvería loco. En un parpadear ya estaba en el cerro de Juliaca "El Apu Huaynarroque" miraba aquella ciudad iluminada, como buscar con la vista algún objeto perdido, sus recuerdos no le ayudaban. De pronto fue a paso veloz a un lugar llamado cementerio, donde descansaba en paz ¿acaso algún conocido que podría ayudarle?
Al llegar con furia saco un cofre que estaba en manos de una bella mujer, al abrirlo saco un corazón sangrante que latía potentemente y a la vez se caía en pedazos, con sus manos desgarrados ponía el corazón al pecho humillado, entonces comprendí todo de aquel alma, que a pasos lentos y suaves se retiraba con el peso de su corazón, su capa, su espada ya no producían luz; se veía espesa oscuridad, con sus llantos a nunca acabar.
A lo desconocido se había ido, nunca más lo he vuelto a ver, su cuerpo yacía en paz en algún campo santo, es que se fue de la vida sin poder desprenderse del amor que sentía por aquella mujer; que también salió de su vida de ella. Morir dos veces no es su destino y por arriesgarse, pago alto precio tras su muerte.

Jonathan Endara Gutiérrez.

Cuento que el autor creo a los 13 años de edad.


miércoles, 4 de agosto de 2010

Ilusión sexual


I

Bajo el violento frió de la lluvia, entrábamos a una simple recamada, empecé, claro, por besarla en su frágil cuello, la arrincone con suavidad y destreza a la dura y fría pared, acariciaba por sobre su escote y lentamente bajaba mi lascivia mano entre sus calurosas piernas, mientras succionaba sus suaves pezones, como es lógico; ella excitada, gemía, arrojando la blanca camisa, mas apenas baje su pequeña minifalda y su trusa de seda, abrió las piernas completamente, con algún sensual movimiento, me llevo hasta el filo de la cama en donde con su mano de loba, bajó lentamente mis pantaloncillos junto con mi bóxer, la empuje sobre la cama, ella cayo como pluma entre las viejas sabanas, comencé por besar sus entrepiernas, una dócil caricia en su monte de Venus. El escote negro y el bracier rojo salieron de su cuerpo, se coloco sobre mí, besó mi cuello hosco, mi pecho; fue bajando hasta donde encontró el órgano del placer, luego se extendió en la cama, abriendo sus jugosas piernas calenturientas, empecé a penetrarla, una y otra vez; ella gemía, gemía con las fuerzas que le quedaban, pedía más, sus blancos senos se agitaban en mis labios, se sacudían cuando la penetraba…Creo que le gusto.

II

En la extensa noche gris, alejabasé en la húmeda avenida, quizá; alegre o golosa por la aventura, desvaneció en la blanca neblina, no contuve mirarla por vez ultima, sentía el gran vacío en mi alma…Aventura, solo una aventura de media hora, mi orgasmo decía. Plasmado por algún sentimiento, anduve en la noche imaginaria, bajo la verde luna de mi soledad, lento y despacio mi corazón estremecía su latitud de emociones, una extraña sensación en mi vacía vida, parecía nacer de la nada.
Soñar acabo con ella, con un beso y una caricia sincera, de madrugada sin ella desperté, los sueños húmedos se habían esfumado de mi noche quimérica. El placer de su piel no importaba ni la noche anterior, la aventura de media hora, sin duda alguna se convertía en amor o ilusión.

Endara Gutierrez, Jonathan.